Hace un par de días llegaron a mi cabeza algunas imágenes y recuerdos que me hicieron remontarme a mi tan disfrutada infancia y fue ver a mi Mamá sentada hasta altas horas de la noche haciéndole a su hija los disfraces y trajes para los festivales escolares, esos trajes que tanto me emocionaba ponerme, de esos que tanto me gustaba presumir que mi Mamá me cosía con sus propias manos y ver la cara de mis amigas con los ojotes abiertos de incredulidad,me hinchaban de orgullo.
Sé que para ella no era fácil,
desde siempre lo supe, porque a pesar de mi corta edad estaba consciente que en
vez de estar descansando después del trabajo ella siempre estaba para nosotros
y que misteriosamente a pesar del cansancio, la hueva o estar enferma, le
causaba felicidad hacernos muchas monerías, todo esto me parecía de lo más
extraño, hasta llegué a pensar que mi progenitora estaba medio zafada pero a
mí me daba igual, yo tenía mis lindos trajes y ella se ponía feliz, digamos que
era dando y dando.
Así siguieron pasando los años y
pasamos de disfraces a vestidos de noche, mismos que seguía presumiendo y llenándome
la boca diciendo que mi Mamá me los había cosido, me encantaba comparar los
vestidos carísimos de mis amigas con los
hermosos vestidos que mi propia Madre me
hacia sin chistar, nunca hubo comparación; yo siempre ganaba, y por supuesto nunca repetí
vestidos y lo mas importante, estos siempre me hicieron sentir una princesa.
Ahora son 1:30 a.m. y me
encuentro sentada frente a la máquina de coser mi Mamá, haciéndole a mi retoño
un trajecito de sirena….
Entonces como magia me va cayendo
el veinte y ahora la que parece loca poseída probándose a las dos de la mañana
la cola de su hija soy yo, bailando “bajo el mar” frente al espejo para ver si
brilla padre la cola de sirena, buscando tips en el internet de como coser un difícil pantalón ( chin!!! no puedo despertar a mi dadora de vida a estas horas de la madrugada) y mientras voy resolviendo estos enigmas de costurera en capacitación, voy
entendiendo y llenándome de esa energía que seguramente mi Gorda sentía cuando
me hacía tanta monería, de la felicidad que se siente ahora que me toca a mi
hacer cosas para mi hija, que bien parecerían sacrificios pero no lo son, se
olvida el cansancio y el fastidio ; es simplemente un regalo para las dos.
Hace unos días me dijeron que porqué
no pedía ayuda o porque no los mandaba a hacer y ya tengo la respuesta; porque
entonces como me lleno de esta felicidad y este gozo que siento al hacer este
tipo de cosas por mi familia……
Al final solo espero que mi chapulín se sienta orgullosa de las cosas que puede
hacer su Mamá para ella, tan orgullosa como yo me siento de ti Gordita,
orgullosa de las cosas que me has enseñado a hacer, pero sobre todo por
enseñarme a disfrutar ser Mamá!
Te adoro!!!