viernes, 26 de septiembre de 2008

HACIENDO MALETAS

Siempre es emocionante preparar una maleta, ya sea por un gran y esperado viaje; un fin de semana con los amigos o el final de un romance. Lo que nunca imaginé fue tener que hacer mi maleta para la aventura más grande de mi vida y que es solo para el viaje de ida., así que cual película, estoy preparando mi kit de supervivencia.
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Textualmente, me senté en el piso y empecé a sacar todo lo que acumulé durante años y años..
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Saqué mi infancia, recuerdo que podía ser un hooligan en potencia o una dulce niña. Aún guardo mis muñecas y mis monos de peluche que me he resistido a desterrar de mi recámara; creo que están esperando a que lleguen a casa los nuevos cavernícolas que podrán jugar con ellos. Saqué mi colección de lápices, colores, plumones; encontré mis primeras clases de cocina jugando con mi Tachue a que, cual Chepina Peralta, teníamos un programa en la tele. Recordé mis raspones en las rodillas, mis caídas de la bici, la avalancha y mis primeras peleas. Recordé los primeros años de escuela y el sufrimiento de mis pás a causa de mi pésima memoria. Recuerdo que mi papá me compro un pizarrón, que aunque yo me moría de ganas de dibujar en el, mi papi escribió las tablas de multiplicar para que los repitiera al levantarme y al acostarme con la esperanza de que me las aprendiera. La Sargento Tachuela era la que me ponía a repetir sin parar los números en inglés.
En esa época creo que ella aprendió sobre paciencia cuando trataba de enseñarme a mí sobre respirar profundo y tratar de recuperar la calma cuando no podía aprenderme las cosas. Recordé a mi hermano y a mí poniéndonos de acuerdo para irnos a dormir al cuarto de mis papás cuando teníamos mucho miedo por las noches.
En el siguiente cajón hallé fotos con mis amigos de la secundaría, a quienes afortunadamente aún conservo; las primeras fiestas, la primera borrachera, mis 15 años y el primer novio. Encontré el silencio de mi papá y mi hermano cuando pedí permiso para salir por primera vez con un galancillo y la falsa calma de mi Tachue al verme salir.
Me topé con el primer corazón roto, a mi mamá llorando conmigo y a mi papá abrazándome, prometiéndome que no pasaba nada y que todo estaría bien.
Recuerdo las primeras salidas al antro, las pijamadas con mis amigas (que casualmente eran donde ahora voy a vivir).
Mi primer coche, un atlantic amarillo 1980. Mis primeros sustos al manejar y aprender a perderme con dignidad, ahora solo me queda eso porque me sigo perdiendo pero con estilo. Después tropecé con mis 20´s, con la universidad, las desveladas continuas, las parrandas en serio, a mi papá orgulloso y a mi mamá protectora dejándome comida sembrada por la casa para que a mi paso nunca tuviera hambre y eso sí, nunca olvidó mi jarra de café y mi coca grande. Mi hermano sacando maquetas de la basura y arreglándolas después de un arranque de desesperación de mi parte y dejándolas re-bonitas.
Los campamentos que me organizaba con mis amigas en mi casa para poder hacer la tarea y la paciencia de la familia de aguantarnos encerradas durante quince días oliendo a UHU y a tinta. El primer trabajo (que es justo donde trabajo de nuevo), las primeras regañadas, mi primer proyecto aprobado, las desilusiones, recuerdo levantarme y con ello la metamorfosis a luciérnaga y volver a ser. Mi primer fracaso laboral y levantarme.
Me encontré una foto con el Sr. W cuando ni siquiera sabíamos que algún día el destino nos iba a poner frente a frente, compartiendo el camino y con la ilusión de crecer juntos.
Me llevo a los que ya no están y a toda la gente que se ha ido formando para subirse al juego.
Después de todo, me doy cuenta de que siempre serán ustedes los que están ahí….. Así que decido llevarme todo esto, tengo ya dentro de la maleta la enseñanza de mi Tachuela de hacer lo que sea por defender a la familia y nunca olvidarme de soñar. Además tengo el ejemplo de mi Pá de ser tenaz y trabajar para salir adelante y aprender a ser valiente.
Me llevo conmigo 31 años de ser absolutamente feliz y ahora afirmo que gracias a ustedes soy una mujer completa.
Les dejo en una cajita un millón de besos y de abrazos., les dejo mi agradecimiento por todo lo que me han dado, les dejo mi amor profundo e incondicional, les dejo bendiciones. Pá y Má, es un hecho que seguiré regresando para seguir llenando maletas con más cosas lindas, con mas abrazos y con mas palabras de aliento, con mas amor.
Ha sido una semana rara, sin dejar de estar llena de ilusiones.
Hemos pasado del susto a la preocupación, a los nervios, la felicidad, la tranquilidad y otra vez de vuelta a los nervios; obvio, todo esto acompañado de un montón de felicidad y sonrisas que provocan dolor de pómulo.